viernes, 17 de junio de 2016

Su barba haciendo cosquillas en mi cuello.

No es nuestra culpa que tu mesita de noche viva tan lejos de la mía y que tú ni siquiera tengas una, que las tazas de café se preparen a diferentes horas del día y que tengas miles de páginas por leer.
Por las noches te acompaña una cabeza de venado, deberíamos compartir, tener solamente una y no dos mirándonos dormir. Te regalo los foquitos de navidad que te parecen algo hipster, pero no podrás llevártelos a ellos si no me llevas a mí, si quieres me puedo esconder en la bolsa de tu camisa, prometo no hacer ruido para que nadie se de cuenta.

Te echa de menos la cicatriz de mi mano, cada borde de mi ombligo y el lunar en mi ojo. Cuando vuelvas para quedarte me mantendré cerquita de ti cuando duermas y me des la espalda, quiero poder ver las manchas de tus brazos y preguntar mil veces cual es el origen de las mismas; aunque ya lo haya hecho en demasiadas ocasiones.

El planeta ya le dio un poquito más de una vuelta al sol y yo sigo enamorada de ti.
Me comprometo a quererte en la cercanía y la distancia, a guardarte los besos en la nariz que aún no te puedo dar. Voy a esperar las horas que sean necesarias, hasta que los kilómetros se vuelvan centímetros. Me quedare a tu lado mientras tus palabras sigan poniendo una expresión idiota en mi cara; hasta que la emoción por verte me haga cambiar de vestido, otro y otro más, porque los nervios de tu aproximación me hacen querer ser bonita, tu tipo de bonita.

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